sábado, 26 de noviembre de 2011

Efectos del calentamiento global



Los científicos emplean modelos informáticos sofisticados de temperatura, patrones de precipitación y circulación atmosférica para estudiar el calentamiento global. Basándose en estos modelos, los investigadores han realizado numerosas predicciones sobre cómo afectará el calentamiento global al clima, hielo glaciar, nivel del mar, agricultura, especies animales y vegetales y salud humana. Ya se están observando muchos de estos cambios relacionados con la subida de las temperaturas.
Clima
Los científicos prevén que las regiones polares del hemisferio norte se calentarán más que otras zonas del planeta, y que los glaciares y el hielo del mar perderán extensión. La nieve desaparecerá en las regiones que ahora presentan nevadas suaves durante el invierno. En las montañas de zonas templadas las nieves perpetuas se localizarán a mayor altitud y los mantos de nieve se fundirán antes. Las temperaturas invernales y nocturnas tenderán a subir más que las diurnas y estivales. Muchas de estas tendencias están comenzando a aparecer. Las temperaturas árticas, por ejemplo, han subido casi el doble de la media global en los 100 últimos años.

Un mundo más caliente será, en general, también más húmedo, como consecuencia de una mayor evaporación del agua de los océanos. Una atmósfera más húmeda puede contribuir a provocar mayor calentamiento. Por una parte, el vapor de agua es un gas de efecto invernadero y su mayor presencia aumentará aún más el calentamiento. Por otra, más vapor de agua en la atmósfera forma más nubes que reflejan la luz solar de vuelta al espacio y reducen el proceso de calentamiento (ciclo del agua). No sabemos cuál de estos efectos predominará en el futuro y los científicos tienen en cuenta ambas opciones al predecir los aumentos de la temperatura. Esta es una de las razones principales de que las predicciones contengan intervalos de temperaturas altas y bajas para diferentes supuestos de emisiones.


Se prevé que las tormentas serán más frecuentes e intensas en las zonas más calientes. También el agua del suelo se evaporará más rápidamente y provocará que este se seque más rápido entre los periodos de lluvias. Algunas regiones podrían estar más secas que ahora. En general, se supone que las mayores latitudes recibirán más agua de lluvia y que las zonas subtropicales recibirán menos. Estos desplazamientos de los patrones de precipitación (tanto de lluvia como de nieve) se han observado en muchas regiones desde 1900. Se ha detectado un aumento sustancial de la humedad en las regiones orientales de América del Norte y del Sur, norte de Europa y norte y centro de Asia. Un ambiente más seco ha prevalecido en la región Sahel del oeste de África, sur de África, mediterráneo y zonas del sur de Asia. Se prevé que las sequías serán más intensas y prolongadas, aunque esto ya se viene observando desde la década de 1970, sobre todo en los trópicos y subtrópicos.


Cabe esperar que los patrones climáticos sean menos previsibles y más extremos. Se prevé que los trayectos de las tormentas se desplacen hacia los polos, desplazando los patrones de viento, lluvia y temperatura. Las olas de calor serán más frecuentes e intensas, una tendencia ya observada. Es probable que los huracanes, tormentas violentas que descargan su fuerza sobre el agua caliente del océano, sean más violentos. La intensidad de los huracanes ya ha aumentado desde la década de 1970.

Placas de hielo y glaciares


Las temperaturas más altas ya están provocando cambios sustanciales en los glaciares de las montañas de todo el mundo, en las placas de hielo de Groenlandia y de la Antártida, y en el hielo del océano Glacial Ártico. En Europa, África, Asia y Norteamérica los glaciares de las montañas han disminuido durante el siglo XX y el deshielo es más rápido. Este deshielo a gran escala puede acelerar el ritmo del calentamiento global. El hielo tiene un efecto de enfriamiento porque refleja la luz solar de vuelta al espacio. El agua y la tierra, más oscuros que el hielo, absorben y retienen más calor.

Los glaciares del Kilimanjaro, la montaña más alta de África, han perdido el 82% de su hielo desde 1912 y se prevé su desaparición total hacia 2020. Los glaciares en la cordillera del Himalaya, en Asia, están sufriendo un deshielo a un ritmo de 9-15 m al año. Este deshielo alimenta a los principales ríos, como el Ganges, Yangtzé y Mekong. Se prevé la desaparición de los glaciares del Parque nacional de los Glaciares, en Estados Unidos, hacia el año 2030 y su número ya ha descendido desde 150 glaciares en 1850 a 26 en 2007.

La temperatura media anual en el Ártico ha aumentado casi al doble de la que había en las últimas décadas. La superficie cubierta por el hielo en los mares durante el verano ha descendido entre un 15% y un 20% en los 30 últimos años y se prevé que desaparecerá casi por completo a finales del siglo XXI. Numerosas especies como los osos polares, focas y morsas dependen del hielo para su supervivencia. La rápida pérdida de los glaciares en Alaska supone casi la mitad de la pérdida total de hielo en los glaciares de todo el mundo y contribuye de forma considerable a la elevación del nivel del mar observada. El deshielo de la placa de hielo de Groenlandia, que podría elevar el nivel del mar unos 7 metros si se deshelara por completo, también está acelerándose. La superficie que está sufriendo al menos cierto grado de deshielo aumentó un 16% entre 1979 y 2002 y los científicos calculan que un calentamiento de solo unos pocos grados centígrados podría causar un deshielo generalizado, provocando una elevación considerable del nivel del mar.


El agua dulce que fluye en el océano Atlántico norte al derretirse el hielo Ártico, podría alterar los patrones de circulación oceánicos que tienen gran influencia en el clima global. Según las predicciones científicas es improbable un colapso de estos patrones de circulación hacia 2100. No obstante, los científicos esperan que se produzca un debilitamiento y ralentización de la circulación termohalina, conocida también como “cinta rodante” oceánica. Además, una alteración de los patrones de circulación en la superficie del océano Atlántico norte, conocida de forma colectiva como corriente del Golfo, podría provocar un enfriamiento en Europa.


En la Antártida la situación es algo distinta a la del Ártico. La península Antártica, el extremo más septentrional de la Antártida que se extiende hacia Sudamérica, ha sufrido un calentamiento drástico, a una velocidad varias veces superior a la media global en los últimos cincuenta años. Sin embargo, otras zonas de la Antártida no han presentado una tendencia similar, ya que algunas han sufrido calentamiento y otras enfriamiento. En general, se piensa que la Antártida está calentándose igual que la media de todo el planeta. A diferencia de lo que ocurre en el Ártico, no existe una tendencia general en el hielo del mar. No obstante, en la península Antártica diez placas de hielo flotante han perdido más de 14.000 km2 de hielo y probablemente no han estado en un nivel tan bajo en los últimos 10.000 años. Los científicos calculan que un calentamiento superior a unos pocos grados centígrados podría provocar un deshielo generalizado de la placa de hielo de la Antártida occidental, igual que sucedería en Groenlandia. Solo este deshielo podría provocar una subida del nivel del mar de hasta 5 metros.

Nivel del mar

Conforme se calienta la atmósfera también lo hace la capa superficial del océano, aumentando su volumen y subiendo el nivel del mar. El deshielo de los glaciares y de las placas de hielo, sobre todo alrededor de Groenlandia, aumenta todavía más el nivel del mar, que subió entre 10 y 25 cm durante el siglo XX (esta diferencia se debe a la incertidumbre de las mediciones y a la variabilidad regional). Se prevé que hacia finales del siglo XXI el nivel del mar habrá subido otros 28-58 cm si continúa el aumento considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero. La predicción es algo menor (19-37 cm) si estas emisiones comienzan a descender alrededor del año 2050. Estas predicciones no tienen en cuenta el posible deshielo a gran escala de las placas de hielo de Groenlandia o de la Antártida, que podría comenzar en el siglo XXI si las temperaturas suben algunos grados centígrados.


La subida del nivel del mar podría dificultar la vida en muchas islas y regiones costeras. Las tormentas fuertes en las que el viento levanta el agua y sube el nivel del mar, serán más frecuentes y dañinas. Aumentará la erosión de los acantilados, playas y dunas. Conforme el mar invada la desembocadura de los ríos, aumentarán las inundaciones por escorrentía en la cuenca alta.

Pequeños países isleños como Tuvalu y Kiribati, en los que la tierra más alta está solo a unos pocos metros por encima del nivel del mar, están sufriendo ya la invasión del agua salada, que convierte el agua dulce en imbebible, así como un mayor impacto de los tifones y del fuerte oleaje. Estos países podrían desparecer si continúa la subida del nivel del mar. Incluso una subida moderada de este nivel tendría consecuencias graves en los ecosistemas costeros.


Es posible limitar las consecuencias si se toman algunas medidas. Las costas pueden protegerse con diques, muros y otras barreras para impedir la invasión del mar. Otra opción es que los gobiernos ayuden a la población costera a trasladarse a otras zonas más elevadas, aunque puede resultar muy complicado en aquellas regiones muy pobladas. Países industrializados como los Países Bajos pueden precisar un gasto económico enorme para proteger su costa, mientras que otros países más pobres como Bangladesh pueden verse forzados a abandonar las regiones costeras bajas.

Agricultura


Un calentamiento global de algunos grados puede aumentar la producción agrícola, aunque no necesariamente, en algunas zonas donde ahora crecen cosechas. Por ejemplo, el sur de Canadá podría beneficiarse de lluvias más abundantes y de una estación de crecimiento más prolongada. Al mismo tiempo, las tierras de cultivo tropicales semiáridas, de algunas regiones de África, se empobrecerían todavía más. Las tierras de cultivo que reciben el agua de montañas alejadas podrían verse perjudicadas porque el manto de nieve invernal se fundiría antes de lo habitual y no coincidiría con los meses de mayor crecimiento de las plantas cultivadas. Las cosechas y los bosques también podrían verse afectados por la presencia de mayor número de insectos y de enfermedades. Las zonas agrícolas necesitarían adaptarse a las condiciones cambiantes, por ejemplo modificando el tipo de cosechas o invirtiendo en variedades que soporten mejor la sequía o el calor. Los científicos calculan que un calentamiento de hasta 3 ºC podría aumentar la capacidad agrícola global, pero es probable que un calentamiento más pronunciado redujera esta capacidad.

plantas y animales



Las plantas y los animales tendrán problemas para escapar o adaptarse a los efectos del calentamiento global. Los científicos ya han observado cambios en los ciclos vitales de muchas plantas y animales, como el florecimiento más temprano o la incubación precoz de los pájaros en primavera. Numerosas especies han comenzado a desplazarse de sus territorios habituales o a cambiar su modelo migratorio anual debido a la elevación de la temperatura.


Con un calentamiento mayor, los animales tenderán a migrar hacia los polos y hacia territorios más elevados. Las plantas intentarán también cambiar sus habitats, buscando nuevas zonas conforme las regiones en las que viven se calienten demasiado. No obstante, en muchas zonas el desarrollo humano impedirá estos cambios. Las especies que encuentren bloqueado su camino hacia el norte o hacia el sur por ciudades o terrenos cultivados podrán extinguirse. Las especies que viven en ecosistemas extremos, como los polos y las cumbres de las montañas, tienen mayor riesgo, porque no podrán migrar hacia hábitats nuevos. Por ejemplo, los osos polares y los mamíferos marinos del Ártico ya están amenazados por el deshielo del hielo del mar.


Es difícil predecir las especies en riesgo de extinción por el calentamiento global. Algunos científicos han estimado que entre el 20% y el 50% de las especies podrían estar abocadas a la extinción con una subida de 2-3 ºC de temperatura. Para las plantas y los animales es muy importante, además, el ritmo de incremento de la temperatura, no solo la magnitud. Si el incremento es muy rápido, algunas especies animales e incluso ecosistemas enteros, como ciertos tipos de bosques, podrían ser incapaces de adaptarse con la suficiente rapidez y podrían desaparecer.


Los ecosistemas oceánicos, especialmente aquellos más frágiles como los arrecifes coralinos, también se verán afectados por el calentamiento global. Una mayor temperatura oceánica puede producir un “blanqueo” del coral, un estado que si se prolonga produce la muerte del mismo. Los científicos calculan que un calentamiento global de 1 ºC podría provocar un blanqueo generalizado con la consiguiente muerte de los arrecifes coralinos en todo el mundo. Además, el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera afecta a los océanos y aumenta la acidez del agua oceánica. Esta acidificación perjudica todavía más a los ecosistemas oceánicos.


Salud




En un mundo más caliente los científicos prevén un aumento de las enfermedades y de las muertes relacionadas con el calor, debidas no solo a los días más calurosos sino sobre todo a las noches más calurosas.

Las olas de calor más frecuentes e intensas contribuirán todavía más a esta tendencia. Por otro lado, habrá descensos en el número de muertes relacionadas con el frío. Enfermedades como la malaria, localizadas en la actualidad en los trópicos y transmitidas por mosquitos u otros insectos, ampliarán su zona de influencia conforme estos insectos se desplacen a regiones que antes eran demasiado frías para ellos. 

Otras enfermedades tropicales podrán propagarse de forma similar, como el dengue, la fiebre amarilla y la encefalitis. Los expertos prevén también un aumento de la incidencia de alergias y enfermedades respiratorias conforme el aire más caliente contenga más contaminantes, esporas de hongos y pólenes.

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